27 de Junio de 1803
La multitud abarrotaba las angustiosas calles del recién despierto pueblo. Todos corrían apresuradamente en la misma dirección. Al amanecer la sangre de una joven bruja salpicaría el suelo de la plaza mayor y todos esperaban con ánsia tal acontecimiento.
-¡Corred o nos perderemos la tortura!-anunció un joven de apenas once años de edad mientras corría seguido por sus amigos hasta el centro de la plaza
-¡Gerald espera!-gritó una muchacha de nueve años siguiendo a su hermano entre el gentío que esperaba expectante el inicio del evento más importante del año
En el centro de la plaza una joven de diecinueve años se encontraba atada de pies y manos y completamente inmovilizada para evitar su casi imposible fuga. La mayor parte del gentío se dedicaba a lanzarle lo primero que encontraban a su paso, ya fuese comida o piedras. De los ojos castaños de la muchacha escapaban miles de lágrimas que no ablandaban el corazón de ninguno de aquellos indivíduos que le insultaban o en alguna ocasión incluso le escupían.
-¡Bruja!-gritó el joven rúbio al llegar enfrente de la muchacha sentenciada
-¿Cuanto falta para que empiece?
-Creo que no mucho-respondió Gerald justo en el momento en el que la multitud dejaba de abuchear e insultar a la joven bruja
-¡Queridos hermanos!-habló un cura de avanzada edad que se había colocado junto a la inculpada-¡Estamos hoy aquí para condenar a esta muchacha que ha demostrado con sus actos ser una enviada del mismo Lucifer! ¡Acusada de herejía y de brujería hoy todos nosotros presenciaremos su muerte! ¡Recemos por su alma y roguemos que Dios se apiade de ella! ¡Satanas es el único que desea el mal ajeno, nosotros no! ¡Todos somos hijos de Dios y por esa razón todos merecemos compasión de nuestros semejantes, así que orad para que el nombre de nuestro señor no quede en el olvido y para que esta joven poseída descanse eternamente en la otra vida!
Tras una corta oración que todos cantaron al unisono, de nuevo los gritos y los abucheos invadieron el lugar.
-¡¡Bruja!!-gritó la mayor parte del gentío, pero todos volvieron a callar cuando el monje alzó la mano pidiendo siléncio.
-Errar es humano, arrepentirse también-dijo apaciguadamente mientras miraba a la joven esperando que ella se arrepintiese de todos sus pecados, cosa que no hizo-¡Arrepientete!
La muchacha apartó la mirada del monje mientras dejaba que varias lágrimas más escapasen de sus ojos y recorriesen su rostro hasta desaparecer entre sus carnosos labios.
-¡¡Jane, arrepientete!!-gritó una mujer empañada en lágrimas que luchaba contra un hombre que la cogía con fuerza de los brazos-¡¡Arrepientete!!
En ese momento la muchacha abrió sus ojos y los dirigió hacia su madre mientras esbozaba una tímida sonrisa en su rostro.
-¿Arrepentirme?-susurró tristemente por lo bajo-¿Porqué debería hacerlo?
-¿Por qué? ¡¿Te atreves a preguntar porqué?!-gritó el alcalde, que se encontraba junto al monje-¡¡Estas acusada de desacato, brujería y asesinato!!
-Yo no le maté...-murmuró más para sí que para el calvo y gordo hombre que enrrojecía lentamente de rábia
-¡¡Todos lo vimos!!
-A veces hay que mirar más allá de la realidad...
-¡¡Pamplinas!! ¡¡No eres más que una bruja!!
-¡¡Bruja!!-volvió a gritar la gente que observaba con atención la escena
-Quizá lo sea...
-¡¡¿Lo han oído?!!-gritó eufórico el hombre-¡¡Por fin se ha confesado!!
-¡¡Ella no es ninguna bruja!!-logró decir la mujer entre gemidos y lloros-¡Es una buena chica! ¡Ella jamás haría algo tan horrible, jamás!
-Lo hice-admitió finalmente entre lágrimas la muchacha dejando a su madre enmudecida por la confesión de su joven hija
El alcalde sonrió satisfecho y mirando con desprecio a la muchacha dió la orden para que la trampilla que se encontraba a los pies de la chica se abriese.
Sintió la gruesa cuerda rozar su fino y suave cuello y sus pies desnudos dejaron de tocar el firme suelo mientras sus pulmones luchaban por conseguir desesperadamente aire. Instantes antes de morir asfixiada pudo distinguir una figura que le observaba desde el bosque y esbozó una leve sonrisa...
25 de Diciembre de 1998
-¿Seguro que es aquí?-preguntó en susurro un muchacho de apenas dieciocho años
-Claro que es aquí Ronald-dijo en modo de queja una joven de la misma edad mirando con enfado a su acompañante
-¿Estas segura Herm?
-Harry James Potter no te atrevas a dudar de mi-amenazó la chica-Te aseguro que no me he equivocado de lugar. Es aquí-aseguró sin alzar la voz
-Si tú lo dices...-murmuró por lo bajo el pelirrojo mientras abanzaba lentamente hasta la entrada de la vieja y desolada casa seguido por sus dos mejores amigos
-¿Cuando recibiste el aviso?-preguntó el pelo azabache mirando con extrañeza a su alrededor
-Hace unos minutos-respondió Hermione inspeccionando con cautela el tenebroso y frío paisaje que les rodeaba
-Estad preparados-anunció Harry-Podríamos encontrar cualquier cosa dentro
-¿Y si es una trampa?-preguntó Ron sin llegar a girar el pomo de la puerta, aunque lo apretaba con fuerza entre su puño
La castaña suspiró con impaciéncia y abrió la puerta con la varita ante el asombro de Ron y, seguidamente, entró con decisión en la tenebrosa mansión.
-¿Está loca?
-Vamos Ron-dijo Harry esbozando una sonrisa mientras seguía entre la oscuridad a su amiga castaña
-Definitivamente estais los dos locos-sentenció el pelirrojo-Yo no pienso entrar. ¿Me oís? Estoy harto de esto, siempre estamos en peligro. ¡No entraré! ¡¿Me estais escuchando?!-dijo alzando la voz para que sus amigos le escuchasen
Tras pasarse algunos segundos en la entrada dando zancadas de una parte a otra decidió seguir las pisadas de sus compañeros.
-¡Mierda!-dijo el pelirrojo siguiéndolos-Esto no va a salir bien...ya lo vereis
-Para de preocuparte Ronie-dijo la chica apareciendo de repente en el oscuro pasillo consiguiendo que Ron pegase un brinco
-¡No vuelvas a hacerme nada parecido!-dijo el asustado joven
-Eres un gallina Ron-comentó la chica riendo por lo bajo
-Sabes que no me gusta la oscuridad-se defendió el chico
-Admite que eres un cobarde
-¡No lo soy! ¡Soy muy valiente!-aseguró el pelirrojo
-Claro...-dijo la chica volteando los ojos mientras sonreía
-¡Chicos, mirad esto!-llamó Harry desde uno de los cuartos del lugar
